Ya terminó el Mundial para 28 de los 32 equipos que llegaron. Hoy también termina mi estancia en Río de Janeiro. A partir del lunes, nuevamente a trabajar a Boca del Río.
Como comenté en el segundo de los artículos que escribí para esta minibitácora de viaje, en la primera ronda siempre hay sorpresas, pero al final terminamos viendo a los mismos (y a pesar de lo controvertido de los arbitrajes, creo que es un tema de mentalidad y capacidad, más que de complots). Queda el buen sabor de boca que deja Costa Rica, como en su momento fue Camerún, Nigeria o Turquía. Pero al final de la fiesta siempre se quedan los mismos invitados.
Estar en una Copa del Mundo era uno de mis objetivos. Quedó cumplido. Afortunadamente pude ver a Alemania, que es el equipo al que siempre he seguido cuando México queda eliminado / no va a un mundial. Creo (aunque todavía faltan cuatro partidos) que me tocó ver en Maracaná el mejor gol de este mundial, el de James Rodríguez contra Uruguay.
Conocí un nuevo país, comprobé que en fanatismo futbolero en México estamos en pañales con respecto a Brasil. Aprendí que para llegar al Pan de Azúcar hay que subir primero al Morro de Urca. Pude pasear por las playas de Río, definidas apropiadamente por una amiga como “Disneylandia para señores”.
Me tocó estar en un tour de día completo con siete sudafricanos. Conocer gente de las antípodas siempre es enriquecedor. Comprobé que México y Brasil tienen problemas muy similares. Aquí ya hicieron algunas tareas que tenemos pendientes en México (y entonces los brasileños pueden ponerle gasolina a sus autos en la gasolinera de la marca que quieran) pero en términos generales, a pesar de que Brasil aprovechó bien el boom de materias primas impulsado por China, México compara favorablemente en muchos de los indicadores (lo que jamás he dicho ni implicado que sea consuelo, simplemente es constatar una realidad). Me agradó mucho la alegría de los aficionados colombianos. La alegría cuando el sábado pasado ganaron, la alegría cuando ayer perdieron. Porque el futbol al final es un juego, y por un juego la fiesta no debe terminar.
Después de estar una semana en el mismo hotel, que además es relativamente pequeño, terminé convirtiéndome en el decano. Los últimos días no necesitaba decir en qué cuarto estaba (es de los hoteles que aún utilizan llaves que hay que dejar en recepción) y me saludaban por mi nombre.
Me tocó ver en un bar de Ipanema la eliminación de México (Y NO ERA PEN… no, nada). Vi a un viejo amigo de la universidad al borde de las lágrimas cuando el árbitro opinó que sí lo era.
Probé cinco marcas de cerveza que no conocía y constaté el poder que tiene el portuñol para entenderse con los taxistas. Presencié desde el Corcovado y el Mirador Chino algunas de las vistas más impresionantes que me han tocado. Paseé por el sambódromo imaginando a mis hijos diciendo “Tiko / Tiko / Tatatá” al mayor y “Tilo / Tiko / Ñañañá” al menor (si tienen hijos pequeños o sobrinos me entenderán).
Extrañé mucho a mi esposa, aunque le agradezco que me haya dado permiso de hacer este viaje. Ella, inteligente como es, sabía que tantos días inmersa en el ambiente futbolero no la iban a hacer muy feliz.
Agradezco a todos los nuevos seguidores, y los comentarios positivos y críticas constructivas a lo que escribí. Hicieron que valiera la pena.
Otro agradecimiento a los panbolifóbicos nacionalpopulistas que se dedicaron a insultarme, a decirme sobre qué temas debía escribir, a los que me hicieron ganar la apuesta de que no iban a leer un artículo sobre lectura pero de todos modos iban a responder insultando. A todos los ganadores del Premio EPN de Lectura 2014. Me hicieron reír mucho con sus predecibles ataques. Dos o tres se llevan Mención Honorífica. No los menciono acá porque como dice el Popol Vuh, “Don’t Feed the Troll”.
Gracias a Loret por el espacio. Hace apenas 18 años escribíamos en el mismo periódico en la universidad. No, el periódico no era de EPN. No, Loret no era empleado de Televisa. Lo comenté desde el principio pero va de nuevo: en este espacio escribí lo que quise, no hubo temas vetados ni censura (o tal vez él estaba distraído cuando hablé en contra de la Fiesta Brava. El caso es que todo se publicó como lo envié).
Muchas gracias también al encargado de sus redes sociales, MGV. Entre la diferencia de horarios y que le mandaba escritos matutinos, vespertinos y nocturnos debe ser de los que desde su cuenta alterna me insultaban. Pero hizo posible que los cinco lectores con los que empecé terminaran siendo, según estimaciones confiables, unos catorce o quince.
Pues bien. Hay un par de aviones qué abordar para llegar a Veracruz a reunirme con mi esposa y mis hijos. Desde luego, después de esto voy a necesitar tener una vacación de mi vacación. Me pregunto cuándo podré volver a salir de vacaciones… =(
Ah, sí. Ya me acordé. El 17 de julio salgo de vacaciones: me toca ir con mi familia a Cancún (pero que no diga la Secretaría de Turismo que voy gracias al despilfarro que hicieron acá en el FIFA Fan Fest de Copacabana).
Terminan hoy mis colaboraciones diarias en este medio (espero que eso no cause el lunes turbulencias en los mercados financieros ni un aumento en el VIX). Haré algunas colaboraciones esporádicas en los próximos días y la última será al día siguiente de que termine el Mundial. Loret me ha comentado que está tan entusiasmado con mis artículos y las abrumadoras críticas positivas que está pensando en invitarme a colaborar en el Mundial de 2042. ¡No puedo esperar a que llegue la ceremonia inaugural!
Que tengan un buen fin de semana. Recuerden: este domingo es 100% “futbol free”.
P. D. ¿Ya me habrán depositado mis viáticos? No me vaya a tener que regresar en un avión con cinta adhesiva en la turbina…