Hoy Río me hizo sentir como en casa. No por la calidez de los cariocas (que sí son cálidos) ni por la vista al mismo océano Atlántico que me toca ver todos los días en Veracruz.
No por la calidez de sus días (que sí son cálidos) ni por esos inviernos a 30 grados como los que acostumbro pasar en Tuxtla Gutiérrez.
No porque la gente se queje del costo de la gasolina (acá está en 20 pesos) ni del costo y mala calidad del transporte público (el metro cuesta 21 pesos, el camión 18).
No porque toda la ciudad se paralice cuando juega el equipo nacional, aunque insisto en que aquí es a un nivel que en México no alcanzaríamos a entender. Puedo seguir agregando ejemplos a los de artículos anteriores o tuits: hoy cierra la mayoría de las GASOLINERAS durante el partido de Brasil (lo que no es mala idea, dado que las calles están desiertas y uno podría sacar un sillón y sentarse tranquilamente a media calle).
Las estirpes condenadas tienen una tregua
Pero no es por todo eso que me sentí como en casa, aunque desde luego ayudó.
La mayor sensación de estar en casa vino de la lectura de un periódico local no deportivo.
Destacaban algunas cosas:
– La noticia principal era el juego de Brasil, a 2,000 kilómetros de Río. ¿Del Alemania-Francia? Ni un renglón en la primera plana.
– En páginas interiores, destacaba una encuesta sobre las próximas elecciones. Al lado derecho de la página, los voceros de los 3 candidatos punteros explicaban por qué no se debía creer en esa encuesta y decían tener “otros números”. ¿Cómo no sentirse en casa?
– Debajo de la noticia sobre la selección brasileña, la siguiente en relevancia fue la un paso a desnivel que se cayó en Belo Horizonte Desgraciadamente hubo muertos y heridos. Se trató de una obra pública pésimamente hecha, realizada por una empresa que usó materiales de mala calidad, iba con retrasos y sobrecostos, y ganó la licitación incluso antes de estar legalmente constituida. La presidenta Dilma lamentó profundamente el hecho y giró instrucciones para que se investigue el hecho, caiga quien caiga.
Dinero público mal usado para favorecer a una empresa del compadre. La obra queda mal y la persona que gobierna promete investigar y castigar, ante la incredulidad de la gente que ha visto esta película mil veces. ¿Qué mejor (o peor) manera de hacerme sentir en casa?
Y es que ni modo: en materia de corrupción, tampoco es cierto eso de que “como México no hay dos”.