Durante décadas en México se trató de imponer una visión única. Tras el triunfo de la Corrupción Institucionalizada (perdón, Revolución Institucionalizada [no, creo que dejar “Corrupción” es adecuado>) pasamos a una etapa de partido político único, con televisora única (sí, TELEVISA), con planes de estudio que incluían una historia plagada de héroes muy heroicos y malosos muy malos y en suma, con una sola manera de ver las cosas.
Eventos tan importantes como la matanza en la plaza de las Tres Culturas (que no me acuerdo cuándo fue, pero dos de octubre no se olvida) y el Halconazo, así como la Guerra Sucia contra la guerrilla, fueron ignorados o minimizados por los únicos dueños del micrófono. A cambio de eso nos daban PRI y circo. Mientras, los políticos amasaban enormes fortunas y gozaban de total impunidad.
Eso creó una generación conformista, crédula y desinformada, habituada a la corrupción, al “la hora que usted quiera, Señor Presidente”, a la que incluso se le persuadió que criticar al sistema priista era antipatriótico y que le abría las puertas al ____________ {inserte aquí comunismo / imperialismo o algún otro villano favorito}.
La situación política monolítica encontraba una válvula de escape: había crecimiento económico. Mucha gente prosperaba, había oportunidades de trabajo y movilidad social. Eso alimentaba el conformismo ante el sistema y sus voceros: “mientras a mi familia le vaya bien, ¿qué importa que el gobierno robe y Jacobo mienta?”.
Hoy el panorama luce completamente diferente. Varios jóvenes, a los que en estos artículos he llamado “panbolifóbicos nacionalpopulistas”, están dispuestos a no creer en nada. Todo es complot, todo es mafia, todo es cortina de humo. Gente como Alfredo Jalife, cuyos artículos a veces son difíciles de distinguir de los de El Deforma (tal vez por eso se creyó lo de The Spoof, ampliamente comentado por gente pensante de izquierda), tiene un buen número de seguidores por estar viendo conspiraciones en todos lados. En todas esas conspiraciones están “los malos” (y si hay un judío, mejor) perjudicando los intereses de “los buenos”.
Y entonces viene el tema del futbol. Del lado mexicano, es una Cortina de Humo para regalar el petróleo. ¿Que ya eliminaron a México y PEMEX sigue explotando ineficientemente los hidrocarburos? No importa. Si la reforma energética (buena o mala, suficiente o insuficiente, la que sea) se aprueba una noche que haya luna llena, habrá quien diga que la luna llena sirvió como cortina de humo.
Y en el plano internacional siguen en lo mismo: los malévolos directivos de la FIFA, en contubernio con las grandes empresas internacionales y los árbitros corruptos tienen todo arreglado. El Mundial es un montaje, una puesta en escena con resultados que “unos cuantos” saben de antemano mientras que miles de millones de personas están pegadas a la tele sin saber que el Fondo Monetario Internacional les está robando la cartera en ese momento.
De esa manera, una buena parte de la juventud de este país pasó en medio siglo de creer todo lo que le decían las fuentes “oficiales” (algo evidentemente ingenuo, poco crítico, maniqueo, manipulable y que no ayuda a formar un criterio propio) a creer todo lo que dicen las fuentes “extraoficiales” (algo evidentemente ingenuo, poco crítico, maniqueo, manipulable y que no ayuda a formar un criterio propio).
Hemos pasado de un extremo al otro sin entender que los hechos están a la mitad del camino, y que quien piensa diferente no es necesariamente un “guerrillero comunista” o un “siervo del imperialismo yanqui” (antes); no es necesariamente un “peñabot narcoteleviso” o un “chairo pejezombie” (ahora). Nos hemos olvidado de ver los HECHOS para creer en el EMISOR. El medio está siendo el mensaje (Marshall, hermano / ya eres mexicano).
¿Lo dice Televisa? Pues para unos es verdad, aunque los hechos demuestren lo contrario. Y viceversa.
¿Lo dice Alfredo Jalife? Pues para unos es verdad, aunque los hechos demuestren lo contrario. Y viceversa.
Y así estamos ahora. “Un brasileño es quien más tiempo presidió la FIFA, ¡qué casualidad que Brasil sea quien más campeonatos tenga!”. Un comentario de ese estilo encuentra de inmediato eco en muchas personas que se sienten muy listas de “darse cuenta de dónde está la mafia operando”. Si alguien comenta “oye, pero Brasil nunca fue campeón del mundo en tiempos de Joao Havelange. Sus cinco campeonatos son antes o después” entonces uno: a) es un crédulo que b) no ha podido liberarse de los hilos del poder que nos pone una venda en los ojos. Pasa lo mismo con el caso de México: los años en que Guillermo Cañedo estuvo muy ligado con la FIFA fueron los peores para la Selección Nacional, que pasó de ser el hazmerreír de los Mundiales a ser el hazmerreír de los torneos clasificatorios de Concacaf.
Nadie que sepa un poco de futbol dudaría que Argentina llegó a la final jugando contra rivales mucho, mucho, mucho más fáciles que los que le tocaron a Alemania. Pero las cuentas no dan: Argentina no tiene recursos para estar sobornando a la FIFA (de hecho, no tiene recursos para pagar su deuda). No es una potencia económica ni un país a quien por su tipo de gobierno quieran los dueños del mundo premiar. Sin embargo están en la final. Del otro lado, hay más negocio si Brasil jugara mañana en Maracaná y no hoy. Pero jugará Alemania.
¿Quiero decir con esto que la FIFA es inmaculada, libre de corrupción y de objetivos comerciales? No. ¿Quiero decir que los árbitros son justos, objetivos y nunca se equivocan? Tampoco. Si lo hubiera querido decir, lo habría hecho. En los mundiales hay una larga tradición de arbitrajes localistas. Pero ¿qué creen? Esa tradición se da también en las ligas profesionales y municipales. En el futbol y en cualquier otro deporte. No es justo, pero no es parte de un complot ni determinante, muchas veces, en el resultado final. Alemania-Argentina no es la final que “la mafia del poder” impuso. No es la más rentable económicamente. Pero es la que se dio. Nada más.
Creo que nuestro país podría empezar a resolver algunos de sus graves problemas (corrupción, impunidad, monopolios, inseguridad, desinformación, agreguen los que gusten) si los ciudadanos pasamos de creer todo lo que nos dice la fuente de nuestra preferencia y negar todo lo que nos dice la fuente enemiga, y empezamos a valorar hechos para formarnos un criterio. En mi opinión no es sensato estar al 100% de acuerdo ni 100% en desacuerdo con alguien, aunque es lo más cómodo y nos evita esa engorrosa tarea llamada “pensar”.
No estoy de acuerdo con EPN en la mayoría de las cosas, pero coincido en que es necesaria una reforma energética. No estoy de acuerdo con AMLO en la mayoría de las cosas, pero coincido en que es necesaria más austeridad y honestidad en la administración pública. A pesar de esos acuerdos parciales, a mí me gustaría una reforma energética mucho más liberal que la que EPN ha propuesto, y me gustaría que AMLO hubiera hecho más en pro de la honestidad y transparencia durante su gestión al frente del GDF.
Me gustaría pensar en que podamos ser una sociedad que no esté dividida entre los que creen todo lo que diga La Rosa de Guadalupe en TELEVISA y los que creen todo lo que diga Alfredo Jalife en La Jornada. La verdad está a la mitad del camino, muy lejos de esos extremos.
Un buen termómetro para saber que uno se aproxima a tener un pensamiento crítico, o el “sano escepticismo” que da título a este penúltimo capítulo del blog mundialista (por cierto, ¿ya se fijaron en la nueva mentira de la página de Loret? @avestruzeterea ya no está en Brasil) es ver por dónde vienen los ataques. Cuando los de derecha te acusan de ser de izquierda y los de izquierda te acusan de ser de derecha, ¡felicidades! Algo estás haciendo bien.
En fin. Los invito a cuestionar las cosas tomando en cuenta los hechos, no las fuentes. Cuestionen a La Jornada y a Televisa. A Jalife y a López Dóriga. A AMLO y a EPN (si quieren también a Gustavo Madero, pero como es bastante irrelevante no pierdan mucho su tiempo en él). A Obama y a Putin. Y sí, también cuestionen a Loret*. Nada ni nadie, en mi opinión, debe quedar libre de ese sentido crítico del que críticamente opino que muchos mexicanos insensatos carecen.
En fin, como ya me acordé que este blog trata sobre futbol, inicia mi análisis de la final de mañana: me gustaría que el campeón sea Alemania. Fin del análisis de la final de mañana.
Espero que el arbitraje no sea un factor, y que los valores que la FIFA dice fomentar (muchas veces de dientes para afuera) prevalezcan en el terreno del juego. Que los clavadistas se esperen dos años a los Juegos Olímpicos de ahí mismo, en Río de Janeiro. Que nadie llegue a tratar de lastimar al contrario, que el que vaya ganando no haga tiempo. En suma, que haya fair play y que gane Alemania. ¿Ya mencioné que Alemania es mi favorito para ganar el mundial?
Ya perdí la cuenta de mi número de lectores. Mi esposa sigue siendo aficionada y ya mis papás me leen. Espero no haber aburrido al respetable público, y sobre todo que no hayan preferido leer a Jalife o ver La Rosa de Guadalupe en vez de acompañarme hasta acá. Pero si fueron de los alrededor de nueve lectores que terminaron de leer esto, muchas gracias. Ah, y hola, esposa. Hola, mamá. Hola, papá. Hola, CISEN.
*…y luego me pregunto por qué no me llegan mis viáticos… algún día aprenderás, Mauricio…