Hoy no hay partidos del Mundial. En las calles se pudo ver a muchísimos turistas buscando un taxi con sus maletas en mano, listos para emprender el regreso a casa.
Dentro de dos días habrá otro partido en Maracaná: Alemania jugará contra Francia. Al día de hoy no parece haber grupos importantes de fanáticos de esos países en la ciudad. Pero como ambos eran favoritos para calificar en sus grupos como primer lugar, y para superar la ronda de Octavos por cruces que en el papel parecían fáciles, seguro que el día de mañana empezarán a divisarse teutones y galos en un buen número.
Hoy los cariocas parecieron retomar su ciudad. Por primera vez desde que yo llegué el sábado, se nota que son franca mayoría en las playas, restaurantes y bares. Las escuelas están de vacaciones y muchísimos adultos pidieron estos días de asueto. Entonces las playas de Copacabana, Ipanema y Leblón lucieron como supongo que lucen durante un puente brasileño.
El terrible problema de la lectura en México
Hoy caminé de punta a punta las playas de Ipanema y Leblón (hay que hacer ejercicio para bajar las cervezas). Se me hizo muy curioso lo fácil que resultaba darse cuenta de si un grupo era brasileño o extranjero. Varios puntos los delataban:
1. En las mujeres, era muy claro cuando se acercaban al mar. Acá las olas no son tan plácidas como en la Costera de Acapulco, ni mucho menos como las de Cancún. Las turistas hacían casi todo lo que no hay qué hacer: ponerse donde rompe la ola, darle la espalda al mar, estar donde hay banderas rojas anunciando corrientes submarinas y en caso de que una ola mayor a las habituales se aproximara, correr hacia la playa (lo que daba pie a situaciones entre divertidas y preocupantes, siempre con el mar desarreglando la vestimenta de las damas). Las locales, en cambio, se paraban a platicar viendo al mar, y al ver una ola grande caminaban hacia ella y se zambullían con gran experiencia. Al pasar la ola, seguían platicando como si nada.
2. En los hombres se daba uno cuenta por los que estaban jugando a dominar el balón, que eran varios cientos. No vi a un grupo de mujeres solas en esas sesiones de dominadas, pero sí a varias (por cierto, con altísima capacidad) en grupos mixtos. Sabías que estabas en presencia de brasileños cuando la pelota pasaba varios minutos y no tocaba la arena. Grupos de 4 o 5 cariocas hacían maravillas con el balón. En cambio cuando el grupo era de extranjeros la pelota pasaba más tiempo en el suelo que Robben el pasado domingo.
Como me gustan las matemáticas, mientras paseaba me puse a hacer algunos cálculos y llegué a esta conclusión: un solo metro cuadrado de tela basta para vestir a 10,350 brasileñas en la playa (no, no me estoy quejando). No tengo duda: las mayores bellezas naturales de Brasil están EN sus playas (y no SON sus playas, precisamente). Habrá quien diga que varias de ellas no son bellezas naturales y que ya pasaron por el cirujano plástico, pero la idea permanece.
Ya es mi quinto día en esta ciudad. He caminado por casi todo el barrio de Botafogo (donde está mi hotel), por todo Copacabana (tanto por la playa como por la avenida Atlántica) y por Ipanema y Leblón (sólo por la playa). Estuve en Maracaná el sábado y he usado taxi, metro, metrobús (una especie de camión más cómodo y con menos paradas, no como los que hace el GDF) y camión. Y es momento que no he visto la más mínima señal de descontento en las calles por el Mundial. Ni una desangelada manifestación, ni una manta. Nada. ¿Están disfrutando su fiesta, pero estarán listos para en las calles y en las urnas castigar a Dilma cuando termine el Mundial? Puede ser. Pero en lo que me ha tocado recorrer, no ha habido ni la más mínima muestra de descontento. Y es que estos días los taxistas, meseros, mucamas, cantineros y comerciantes están sintiendo una mejora en sus ingresos y una estabilidad laboral mayor. Qué bueno que la gente en Río recapacitó a tiempo, porque si por las protestas un hotel de cadena se quedaba sin huéspedes, los primeros damnificados iban a ser los empleados (y los menos calificados de ellos, los que más iban a batallar para encontrar otro trabajo). El dueño de la cadena, desde Estados Unidos o Europa, no quebrará ni tendrá que vender su jet porque uno de sus cien hoteles cierra durante un mes.
Hoy los cariocas, en resumen, salieron a sus playas. Aún se ven grupos de extranjeros (mexicanos cada vez menos, tal vez tomaron el primer KLM y abandonaron el país) pero por un día, la normalidad pareció regresar. Mañana llegarán los europeos, y pasado mañana Río se paralizará por el juego de Brasil. Sí, muchos locales irán a Maracaná a ver el partido Alemania-Francia. Pero todas las personas a las que les he preguntado me han dicho lo mismo: lo que les importa es Brasil. Si el partido de Maracaná se prolonga y se va a penales, por ejemplo, muchos miles de brasileños estarán dispuestos a irse antes que perderse una milésima de segundo del partido de su selección. Anticipo que habrá muchos huecos en el estadio, y creo que sería buena idea que anunciaran que pasarán el juego en las cuatro pantallas gigantes de Maracaná. Pero ya les estaré comentando de eso en un par de días.
PROBLEMAS DE TERCER MUNDO
Cuando he hablado de la belleza de las mujeres brasileñas y lo breve de sus atuendos en la playa, lo he hecho con franca admiración. Pero desgraciadamente es una moneda que tiene dos caras.
Dos ex diputados panistas están detenidos por presuntamente haber manoseado a una mujer y después golpear al esposo. Otra versión es que llegaron a un arreglo con una trabajadora sexual y no quisieron pagar.
Y cuando me iba a subir al Metro vi con tristeza que en Río, al igual que en la Ciudad de México, tienen que designar vagones especiales para mujeres.
¿Algún día terminaremos de entender los hombres que no importa qué tan hermosa, sexy, llamativa o con poca ropa esté una mujer, NO tenemos derecho a abusar de ellas física ni verbalmente? ¿Verán mis hijos en 20 años a los vagones exclusivos para mujeres como una reliquia del pasado, así como mi generación escucha de Rosa Parks y dice “no entiendo como esas cosas pudieron suceder”? Espero que sí, y que no cunda el ejemplo ni de los panistas manos largas (en caso de que se demuestre su culpabilidad) ni de los panistas neonazis de Jalisco que querrán seguir con vagones segregados, ya no porque hay hombres que no saben respetar sino por “no mezclarse”.
Después del tour de playas de hoy, mañana me toca ir a los lugares más emblemáticos de Río. Si llegaron hasta acá, ¡gracias por leer!