El 2014 se estrena con la negociación de la ley reglamentaria de la reforma de telecomunicaciones. Hay definiciones relevantes pendientes y se esperan cabildeos de las empresas del sector, entre ellas las confrontadas Telmex-Telcel y Televisa.
Este choque ha exhibido un comportamiento editorial analizable de distintos espacios periodísticos autoproclamados “independientes”.
Cuando Emilio Azcárraga Jean tomó control de Televisa y empezó la apertura informativa, hubo una “luna de miel” entre Televisa y estos medios y periodistas que se presumen “independientes”. Incluso algunos tuvieron programas, colaboraciones, emisiones especiales en Televisa.
Pero dos cosas sucedieron que terminaron con la miel:
1.- Estos programas fueron en su mayoría un éxito para el círculo de opinadores pero un fracaso económico y de audiencia y, por tanto, dejaron de salir en la tele.
2.- En el Congreso se votó una ley de telecomunicaciones, apodada “Ley Televisa”, que no accedió al deseo de muchos de estos medios y periodistas de tener su propio canal de TV.
La crisis se dio en el conflicto poselectoral del 2006. Si bien durante el tiempo de campaña el PAN-gobierno, los empresarios y el PRI acusaron a Televisa de “lopezobradorista”, Andrés Manuel responsabilizó a la televisora del “fraude” y en automático llegó el rompimiento de medios y periodistas afines al tabasqueño (los no tan afines a AMLO sólo mantuvieron el frío).
Hasta ese momento, las relaciones entre Telmex-Telcel y Televisa eran cordiales. Al poco tiempo, los avances tecnológicos orillaron a que se enfrentaran.
Una de las estrategias en este desigual choque —según Forbes, la fortuna de Slim es 30 veces superior a la de Azcárraga— fue que Teléfonos de México empezó a nutrir de publicidad en carretadas de dinero a periódicos, revistas, programas y estaciones de radio, portales y periodistas anti-Televisa (sean o no cercanos a AMLO).
Esto le valió dos cosas: que éstos siguieran haciendo del denuesto a la empresa de Azcárraga el eje central de su línea editorial y que tomaran partido a favor de Telmex en la “guerra de las telecomunicaciones”, sin mostrar ninguna pluralidad informativa al abordar este choque de intereses entre el hombre más rico del mundo y el número 589 de la lista.
¿No sería sano, no abonaría a la apertura mediática que tanto se proclama, transparentar estas relaciones económicas para que lectores, radioescuchas e internautas supieran a qué atenerse? Porque todo mundo sabe que Televisa es de Azcárraga pero pocos saben qué medios son de Slim y caminan disfrazados.
Los Slim-media se dedican casi a diario a golpear a Televisa —campañas mediáticas en las que hay más calumnias y pifias periodísticas que una útil y sana crítica a los errores que se han cometido por la televisora—; Televisa apenas se ha “defendido” en pantalla con un ínfimo número de noticias críticas al monopolio telefónico, periodísticamente incontrovertibles. Yo, que trabajo en Televisa, lo agradezco.
Un colega me dijo: “Yo no sé por qué Televisa no se defiende al aire”. Su comentario me motivó a expresar mi punto de vista de lo que será el secreto a voces del año.