“Ese cab… es un traidor”, dijo con el ceño fruncido el secretario de la Defensa, general Guillermo Galván, cuando en Los Pinos le preguntaron sobre el hombre que recién dejaba de ser su subsecretario, el general Tomás Ángeles Dauahare.
Muy pocas personas estaban en ese momento. Todas se quedaron sorprendidas. Por respeto al general secretario nadie dijo nada. Nadie le preguntó qué motivaba esa expresión ni intentó indagar en qué había consistido la acusada traición. Nada que aclarara las cosas. Eso fue antes de la mitad del sexenio.
Años después de ese episodio, cuando le quedan seis meses a la actual administración, el general Dauahare, exnúmero dos de la Defensa Nacional, fue detenido en su casa y llevado a las instalaciones de la PGR, que luego lo arraigó por 40 días que se vencen la semana de las elecciones. Entonces deberá volver a su hogar o será trasladado a un penal.
El Gobierno Federal ha divulgado oficialmente muy poco sobre el caso. Los abogados del militar revelaron que le imputan, a partir de declaraciones de testigos protegidos, recibir dinero del narcotráfico.
El general Dauahare era de los favoritos para convertirse en secretario de la Defensa cuando se negociaba el gabinete de Calderón en 2006. En los momios dentro del Ejército y entre analistas, figuraba incluso con más probabilidades que quien fue finalmente nombrado en el cargo: el general Galván. Para guardar los equilibrios dentro del Ejército, Ángeles Dauahare fue nombrado subsecretario en lo que, por edad, pasaba a retiro.
Desde la Secretaría de la Defensa Nacional, Ángeles Dauahare hizo política. Lejos del estilo discreto y encerrado que suelen tener muchos mandos militares, él solía reunirse frecuentemente con actores políticos, empresarios, periodistas. Algunas fuentes señalan que tras haber dejado el cargo siguió moviendo piezas dentro del Ejército, haciendo política, cosa que no cayó nada bien al general secretario, quien, según algunas fuentes habitualmente bien informadas, impulsa como su sucesor para el siguiente sexenio a su eficaz colaborador, el general Augusto Moisés García Ochoa.
Más recientemente, apenas hace dos semanas, el general Dauahare fue convocado a un foro de la Fundación Colosio del PRI para hablar sobre seguridad. Quienes asistieron cuentan que criticó la estrategia del gobierno actual.
Hay, pues, toda una corriente de información que ubica la detención del general como una disputa política en la cima del Ejército. Hay otra, la que figura en el expediente, que tiene que ver con sus presuntos vínculos con el crimen organizado. Y claro, puede ser la combinación de ambas. El asunto está abierto y la opinión pública —tras muchos casos en que asombrosas detenciones se vuelven en humillantes liberaciones— luce cautelosa ante el caso.
Lo que no olvidan en Los Pinos es esa expresión de “ese cabrón es un traidor”. Y parece que antes de las elecciones presidenciales los ahí presentes podrán saber exactamente a qué se refería el general.